HiN - Internationale Zeitschrift für Humboldt-Studien (ISSN: 1617-5239)

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HiN X, 19 (2009)

HUMBOLDT y
HISPANO-AMÉRICA

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César W. Astuhuamán Gonzáles

 Incas, Jívaros y la obra de Humboldt Vues des Cordillères

Resumen

En este documento se contrastan las observaciones de Humboldt acerca de los Incas en el Norte del actual Perú, en particular la Sierra de Piura, con las recientes investigaciones arqueológicas. Antes del tiempo de los Incas, la región fue habitada por grupos amazónicos que fueron los ancestros de los Jívaros, a cuyos descendientes Humboldt conoció en Tomependa en 1802, cerca al Amazonas. Por ello, también se realiza un balance de las investigaciones arqueológicas acerca de los Jívaros.

Los planteamientos de Humboldt acerca de la Arquitectura Inca, su tipología de asentamientos, y su secuencia constructiva de la red de centros y caminos han sido evaluados mediante las recientes investigaciones arqueológicas y nos permiten plantear la vigencia de sus ideas y considerarlo como el fundador de la Arqueología científica en América. Finalmente se propone la revaloración de los sitios Inca y tramos de camino que él observó en 1802 y la creación de la Ruta de Humboldt.

* * * 

1. Introducción

 Uno de los objetivos del viaje de exploración científica de Alexander von Humboldt a América en 1799 era elaborar, lo que actualmente se considera, una Arqueología comparada de las antiguas altas culturas de Europa, Asia y América (Labastida 1999,1-2), para lograrlo, luego de registrar diversos sitios arqueológicos, aplicó rigurosamente el método comparativo; buscó las diferencias, identificó las semejanzas entre dichas culturas y trató de explicarlas. El interés de Humboldt por los monumentos prehispánicos de América se debe a la importancia histórica que éstos encierran. Su integral formación humanista le permitió analizar distintos aspectos de la realidad cultural y natural de América Latina.

Humboldt estaba interesado en los creadores de la cultura material, que describió e ilustró, no en el objeto en sí mismo. Se diferencia de los viajeros y exploradores que le precedieron por sus objetivos y el método científico que utiliza (op. cit. p. 4, 7), en él se integra el espíritu científico y romántico, el viajero, filósofo y naturalista. Y aunque en su tiempo no existía la Arqueología como disciplina, tal como hoy la conocemos, Humboldt podría ser considerado como el fundador de la Arqueología científica en América, su análisis y planteamientos acerca de la Arquitectura Inca así lo demuestran.

Figura 1. El Norte del Perú y el Sur del Ecuador, y el área de estudio encerrada en el rectángulo rojo.
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En este documento se contrasta las observaciones de Humboldt acerca de los Incas en el Norte del actual Perú, en particular la Sierra de Piura, con las recientes investigaciones arqueológicas. Antes del tiempo de los Incas, la región fue habitada por grupos amazónicos ancestros de los Jívaros, a cuyos descendientes Humboldt conoció en Tomependa, cerca al Amazonas. Por ello, también se realiza un balance de las investigaciones arqueológicas acerca de los Jívaros.

Figura 2. El Norte del Perú en 1779 y la localización las misiones de los Franciscanos. Fuente: Gonzales 1779. British Library: 17671.f.
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La Sierra de Piura se encuentra situada entre los 1500 y 3900 m.s.n.m., está conformada geográficamente por las partes alta de las cuencas de los ríos Chira, Piura, Huancabamba y Chinchipe. Políticamente la región investigada incluye las provincias de Ayavaca y Huancabamba, en la Región Piura (Figura 1). La región se encuentra próxima a la actual frontera entre Perú y Ecuador, y durante los siglos XV y XVI fue administrada por los Incas. Por otro lado, Tomependa se ubicaba al Sur-Este de la Sierra de Piura, en la actual Región Cajamarca, en la desembocadura del río Chinchipe en el Marañón. Ambas regiones fueron exploradas por Humboldt en 1802 (Figura 2).

Luego de las primeras exploraciones arqueológicas en la Sierra de Piura (Humboldt [1802] 1991; Tello 1916), las investigaciones enfatizaron en la información etnohistórica y etnográfica (cf. Polia 1972, 1973, 1995; Hocquenghen 1989, 1994, 1998), y dejaron sin resolver problemas relacionados a la específica localización, descripción, interpretación, cronología y función de los sitios registrados. Destacaba la ausencia de mapas y planos detallados, y de una sustentada secuencia cronológica, que permitieran distribuirlos temporal y espacialmente. Recientes investigaciones acerca de los asentamientos y caminos Inca y la publicación de documentos inéditos han abordado dichos problemas con nuevas evidencias (Astuhuamán 1998, 1999, 2000, 2005a, 2005b, 2006; Espinosa 2002; Astuhuamán et al. 2003; Instituto Nacional de Cultura 2003, 2004, 2006; Espinoza 2004, 2006).

2. Los ancestros de los Jívaros en el Norte del Perú

En esta primera sección presentaré un panorama de la Arqueología del Norte del Perú para entender su proceso histórico. Veremos que la posición intermedia de esta región y sus características medioambientales influyeron fuertemente en los desarrollos culturales locales (Guffroy 2008, 901). Las evidencias materiales muestran a una región caracterizada por fuertes interacciones con las regiones vecinas, especialmente con regiones del Sur (Andes Centrales), e indican el impacto que tuvo la incursión de grupos amazónicos en la región en el siglo VII d.C.

En el Norte del Perú, alrededor del 1500-800 a.C., posiblemente como consecuencia de dramáticos cambios climáticos, migraciones e intercambio de productos, se establecieron fuertes interacciones entre grupos establecidos en diferentes zonas ecológicas y se desarrollaron tradiciones arquitectónicas monumentales en Cajamarca y Piura que compartieron elementos en común (Guffroy 2008, 893-895; Richardson 1994). Por ejemplo, las más tempranas ocupaciones humanas en la Sierra de Piura se vinculan a los orígenes de la Civilización en los Andes debido a la construcción de arquitectura monumental en algunos sitios ubicados entre el Puente Tondopa y Aypate.

Las relaciones entre el Norte del Perú y las tradiciones sureñas se mantuvieron durante el Horizonte Temprano (800-200 BC), construyéndose arquitectura monumental y templos al aire libre. Así por ejemplo, en la Sierra de Piura se han registrado representaciones iconográficas semejantes al estilo Chavín (eg. petroglifos de Samanga) pero también vinculadas a tradiciones amazónicas. La influencia amazónica se incrementará gradualmente durante el Periodo Intermedio Temprano (200 BC - 600 AD) debido a las migraciones desde el Este de poblaciones amazónicas, lo cual originó conflictos con las poblaciones locales y el afianzamiento de los señores locales y su acceso a redes de intercambio de productos suntuosos, ello se expresa en la construcción de montículos ceremoniales y funerarios, donde se enterraron ofrendas de metales y otros bienes exóticos (Guffroy 2008, 898-899). Por ejemplo, los cementerios del Periodo Intermedio Temprano en la Sierra de Piura se sitúan en la cima de los cerros (eg. San Bartolomé de los Olleros, Olleros Ahuayco).

El análisis arquitectónico de algunos sitios arqueológicos, tales como Pueblo Viejo y Fortaleza ubicados cerca a Caxas y a lo largo de un camino prehispánico, ha mostrado que se caracterizan por tener patrón ortogonal y presentar divisiones en dos o tres partes, las cuales distinguen a los asentamientos del Horizonte Medio (600-1000 AD). Destaca que Pueblo Viejo y Fortaleza presenten un patrón diferente a la tradición local lo cual podría indicar que se trata de sitios intrusivos construidos por sociedades foráneas vinculadas a las tradiciones de Cajamarca o al Imperio Wari (Astuhuamán 2008). Estas vinculaciones con el Sur también se expresan en el material cerámico de estilos propios del Horizonte Medio y en las jarras con representaciones antropomorfas en los cuellos (Guffroy 2008, 899).

En forma paralela a las relaciones con las tradiciones sureñas del Horizonte Medio, durante el siglo VII o VIII AD se produce la incursión de poblaciones amazónicas desde el Este de la Cordillera de los Andes, estas poblaciones se caracterizaban por el uso de la cerámica corrugada (Guffroy 1987; 2004; Guffroy 2006b, 352). El estilo corrugado es caracterizado por la presencia de bandas onduladas que adornaban el cuello o el cuerpo de las vasijas utilizadas para la preparación de la chicha en la vida cotidiana, pero también decoraban las vasijas funerarias que eran empleadas durante los rituales mortuorios (Figura 3).

Figura 3. La cerámica corrugada. Fuente: Guffroy 2006b, 349.
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A fines del primer milenio AD, la presencia simultánea de vasijas con el estilo corrugado en la zona periférica de la cuenca amazónica sugiere la incursión, instalación, y posteriores desplazamientos de grupos de la familia lingüística Jívaro (Guffroy 2006b). Estos grupos habrían estado vinculados a distintas familias lingüísticas: Arawak al Norte; Jíbaro y Panoa al Este; Tupi-Guaraní al Sur. La cerámica corrugada aparece principalmente en las partes altas de las cuencas y las zonas de montaña (op. cit. p. 349).

La presencia de la decoración con bandas modeladas onduladas y decoradas con impresiones circulares asociada a la cerámica corrugada, tanto en Loja como en el Alto Chinchipe, sugiere su vinculación con el material cerámico de la fase Kuelap del grupo Chachapoyas (Ruiz 1972, 178-180, Lam XII – XII; Guffroy 2006b, 352), establecido entre los ríos Marañón y Huallaga. Este grupo comparte otros rasgos culturales comunes con los grupos Paltas-Bracamaros, tales como: la localización de sus sitios encima de 2,000 m.s.n.m. de altitud; la práctica de enterramiento dentro de abrigos rocosos; la presencia de topónimos Jívaros. Así, la presencia del estilo corrugado mezclado con otros en el Sur se explicaría por la incursión de grupos amazónicos y su contacto con otros grupos de diversos orígenes.

Estas semejanzas se explicarían por la existencia de rutas de contacto entre estos grupos vecinos, la cual habría facilitado los intercambios, por sus orígenes comunes y por los movimientos poblacionales ocurridos en la ceja de selva durante los siglos VIII al X AD, y en siglos posteriores, los que han quedado además plasmados en la tradición oral (Inoach 2002, 63-64; Guffroy 2006b, 352).

En el siglo XVI, estos grupos fueron conocidos como los Bracamoros o Pacamoros, Xorocas y Xibaros hacia el Este de Piura, y como los Paltas, Calvas y Malacatos en el Sur del Ecuador, todos ellos probablemente pertenecieron a la familia lingüística Jívaro, y se caracterizaron por un desarrollo tecnológico sencillo, su belicosidad y autarquía (Guffroy 2006a). El arribo de estos grupos produjo un relativo colapso de las relaciones entre los Andes Centrales y los Andes Septentrionales pero estas relaciones se mantuvieron constantes entre los grupos costeños del Norte de Perú y el Sur del Ecuador. Es probable que las relaciones con las tradiciones sureñas del Horizonte Medio hayan propiciado el proceso de etnogénesis de estos grupos consolidándose así sus identidades étnicas. Así, luego del siglo VII, la incursión de grupos amazónicos del Este probablemente produjo un colapso del intercambio de productos entre Norte y Sur, o fueron una reacción ante este intercambio.

Durante las últimas cuatro décadas, se han realizado diversas investigaciones etnohistóricas y arqueológicas acerca del Período Intermedio Tardío (ca. 1000 - 1400 AD) en la Sierra de Piura (Polia 1973, 1995; Hocquenghen 1989; 1998; Astuhuamán 1998; Espinoza 2004, 2006), pero una secuencia cronológica sustentada en base a estratigrafía no ha sido elaborada sino sólo en base a aisladas semejanzas estilísticas o a comparaciones etnográficas. Incluso algunas presunciones acerca de las supervivencias de los grupos étnicos locales registrados en las fuentes etnohistóricas (e.g. Guayacundos y Bracamoros) han sido adoptadas por los investigadores (cf. Polia 1995; Hocquenghem 1989, 1998; Espinoza 2004, 2006), y un vínculo entre las evidencias materiales registradas en la región y dichos grupos ha sido establecido a priori como una continuidad. Gran parte de la discusión ha girado alrededor de la filiación étnica y la organización socio-política y económica de los Guayacundos y Bracamoros, pero principalmente a partir de información etnohistórica y lingüística aunque sus orígenes amazónicos proto-Jívaros no son cuestionados (cf. Caillavet 1985; Hocquenghem 1989, 1998; Taylor 1991; Polia 1995; Guffroy 2004, 2006a, 2006b; Espinoza 2004, 2006).

Hocquenghem (1989) ha propuesto la influencia Jívara en el desarrollo de la poblacion pre-Inca de la Sierra de Piura y Loja durante el Periodo Intermedio Temprano (Hocquenghem 1989, 162, Cuadro 3), y propuso que los grupos conocidos tardíamente como Caxas, Ayavacas y Calvas fueron integrados en el mismo grupo cultural durante el Periodo Intermedio Tardío debido a su influencia Jívara (op. cit. p.156-157, Mapa 10).[1] Taylor (1990) refutó los planteamientos de Hocquenghem, proponiendo que los Guayacundos de Caxas no fueron Jívaros, debido a la ausencia de topónimos Jívaros en la región de Caxas. Taylor propuso que los Caxas y Paltas no compartieron los mismos rasgos culturales antes de la conquista Inca, y que no tuvieron unidad cultural. Una crítica similar ha sido planteada por Guffroy (1987, 2004).[2]

Las recientes investigaciones realizadas por Guffroy (2004, 2006a, 2006b) en la Sierra de Loja y la cuenca del Chinchipe proponen estrechas vinculaciones entre los Paltas-Bracamoros y los Chachapoyas, y por lo tanto también con los Guayacundos, relacionadas a los orígenes amazónicos, intercambios y desplazamientos de dichas poblaciones (Guffroy 2004, 181-182). La cuenca alta y media del río Chinchipe era habitada por los Bracamoros, los cuales son conocidos principalmente por las informaciones etnohistóricas que los presentan como grupos guerreros, con gran cantidad de habitantes y dispuestos en forma dispersa, lo que indicaría un elevado nivel de autarquía y diferenciación socio-cultural interna pero también que eran poseedores de un gran nivel coordinación de actividades bélicas y movilidad que los hizo primero instalarse en dicha cuenca desplazando a otros grupos y luego resistir a las conquistas Inca y española (Espinoza 1973; Miasta 1976; Cuesta 1984; Hocquenghem 1989, 125-133; Taylor 1991; Guffroy 2004, 182; 2006a 3, 5, 10), a pesar de su supuesto menor desarrollo tecnológico y simple nivel de organización social en comparación a los grupos andinos. A partir del análisis de las evidencias arqueológicas, Guffroy ha planteado que luego del siglo VI d.C.:

...las poblaciones establecidas en el valle medio del río Chinchipe y a lo largo de sus afluentes beneficiaban probablemente de una concentración demográfica importante y de un desarrollo al parecer más floreciente que sus vecinos del Catamayo y del Zamora. El material [cerámico] corrugado de esta región se singulariza también por la ausencia de otro estilo asociado, tal como es el caso en varias de las demás zonas. (Guffroy 2006a, 10).

Así, la cerámica conocida como el estilo corrugado fue la que identificó a los Bracamoros de la cuenca del Chinchipe, al igual que la cerámica burda o sin decoración de pasta roja, así como los entierros colectivos de cuerpos bajo rocas y en abrigos rocosos (Guffroy 2006a, 3, 5). Respecto a sus asentamientos, se trata de “Sitios habitacionales con importantes aplanamientos y arreglos del terreno ocupan una gran cantidad de cumbres, así como terrazas y pequeñas colinas...” (op. cit. p. 3).

Hocquenghem ha propuesto que la cerámica de los Guayacundos, debido a sus orígenes amazónicos, utilizó como decoración bandas con círculos incisos a inicios del Periodo Intermedio Tardío (Hocquenghem 1989, 28). Esta decoración, común en la Amazonía y el Sur del Ecuador, ha sido registrada en la Región Loja y define el estilo Palta (Guffroy 2004, 132-142, Fig. 83, Fig. 85). Sugiero que el estilo Palta compartió rasgos con los estilos locales de la Región Piura, en especial con el territorio atribuido a los Guayacundos, debido a que ellos compartieron la misma afiliación Jívara. Sin embargo la presencia de fragmentos con el estilo Palta en la Sierra de Piura puede ser también interpretada como la instalación de mitimaes, o el producto del intercambio entre Paltas y Guayacundos durante el tiempo de los Inca. Solo un extenso reconocimiento en la Sierra de Piura y excavaciones en contextos domésticos del Periodo Intermedio Tardío podría permitir contrastar estas hipótesis y plantear si son la evidencia de una afiliación étnica común o la interacción entre grupos pre-Inca tardíos en el Norte del Perú, o si indican la presencia de mitimaes instalados en la región por los Incas.

Figura 4. Dispersión de la cerámica corrugada entre los siglos VII y XV. Fuente: Guffroy 2006b, 355.
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La correlación de los datos arqueológicos, etnohistóricos y lingüísticos permite vincular la presencia de la cerámica corrugada con la dispersión de antiguos grupos amazónicos del idioma Jívaro luego del siglo VII AD (ver Figura 4). Estos grupos que habitaban los ríos norteños tributarios del Marañón, próximos al Sur ecuatoriano, tenían características culturales y lingüísticas propias y formarían los grupos de la familia Jívaro (Guffroy 2006b, 357-358). Esta dispersión habría sido ocasionada por poblaciones desplazadas, debido a desastres climáticos, que buscaban nuevas tierras. Otros desplazamientos posteriores se habrían producido debido a las conquistas de los Incas y españoles, y se evidenciarían por la presencia del estilo corrugado en las zonas periféricas al núcleo inicial homogéneo. Estas manifestaciones tardías de la cerámica corrugada son sencillas (op. cit. p.357).

La similaridad de estilos cerámicos y prácticas funerarias registradas para los Palta y Bracamoros sugiere que una región tuvo una cultura material similar pero estos materiales no deben considerarse un marcador étnico. Para la Sierra de Piura, la evidencia disponible apoya los planteamientos de Hocquenghem acerca de la filiacion Jívara de los Guayacundos y la unidad cultural de los Paltas y Bracamoros. Esto a pesar de las críticas planteadas por Taylor (1990) y Guffroy (2004). Las poblaciones locales del Periodo Intermedio Tardío en la Sierra de Piura tuvieron niveles de diferenciación social lo que se expresa en las variaciones en el tamaño de los asentamientos. Las evidencias de sitios grandes (e.g. Cerro Casitas y Cerro Balcon) y medianos (e.g. Yantuma y Cerro Panteón) con similares características de localización, tamaño y organización interna de las estructuras domésticas, podrían ser interpretadas como una forma de jerarquía socio-política antes de tiempo de los Inca en la Sierra de Piura (Astuhuamán 2008).

Así, del modelo de Taylor, de jefaturas autónomas caracterizadas por su mobilidad y conflictos, elaborado para los Paltas prehispánicos (Taylor 1991), solo una característica ha sido parcialmente confirmada con la evidencia material para los Guayacundos: cada unidad doméstica vivía sobre la cima de un cerro, pero su naturaleza defensiva no ha sido aún confirmada mientras que destaca la preferencia por la inter-visibilidad entre los sitios. El modelo de Taylor necesita más evidencia antes de ser completamente evaluado en la Sierra de Piura.

Las informaciones etnohistóricas reportan los intentos de la conquista Inca de los Bracamoros, que según el cronista Cabello Balboa fueron iniciados por Topa Ynga en el siglo XV. Sin embargo, las sucesivas expediciones enviadas por Topa Ynga, Huayna Capac y Atahualpa no lograron dominar a los belicosos Bracamoros (Cabello Balboa [1586] 1951, 331-332; Hocquenghen 1989, 125-133), aunque caminos de penetración y fortalezas fueron construidos en sus tierras por los Incas.

La conquista Inca de la Sierra de Piura, luego de 1400 d.C., reestableció la interacción cultural entre el Norte y el Sur, a la vez que transformó la región e intentó la conquista de los grupos amazónicos situados hacia el Este. Las relaciones entre las sociedades amazónicas y andinas, durante los siglos XV y XVII, han sido analizadas desde las fuentes etnohistóricas (Espinoza 1973; Cuesta 1984; Renard et al. 1988), en especial el impacto de la conquista española de los Jívaros (Taylor y Landazuri 1994).

Luego de la caída del Imperio Inca, los españoles incursionaron en las tierras de los Bracamoros buscando El Dorado y hombres para explotar el oro de los ríos, y fundaron efímeras ciudades, algunas de las cuales fueron atacadas y destruidas por los Bracamoros. Afectados por las epidemias y disminuidos por las guerras, los Bracamoros fueron gradualmente dominados y quedaron bajo la gobernación de Yaguarzongos a fines del siglo XVI, y bajo la influencia de las misiones religiosas durante el siglo XVII y de la Intendencia de Cuenca en la Audiencia de Quito a fines del siglo XVIII. Pero parte de ellos se adentraron hacia el Este (Cordillera del Cóndor, Amazonas) y las zonas periféricas de sus antiguos dominios. Hacia 1787, los Jívaros iniciaron la reconquista de sus viejos territorios, destruyendo la ciudad de Zamora, “...matando a todos los hombres y llevándose a las mujeres.” (Humboldt [1802] 2002, 43). Fue en la zona periférica de Jaén donde Humboldt y un grupo de Jívaros se encontraron en 1802.

3. Humboldt y los Jívaros en 1802

En su Elogio de los Jíbaros, Zevallos (2002) analizó la mirada de simpatía y las frases de elogio que Humboldt tuvo hacia los Jívaros, descendientes de los antiguos grupos amazónicos que incursionaron en la Sierra Norte del Perú alrededor del siglo VII AD y quienes en el siglo XVI fueron conocidos como los belicosos Bracamoros. Humboldt se encontró con los Jívaros en el límite sur de los antiguos dominios de los Bracamoros.

Humboldt recibe la visita de los Jívaros en Tomependa y en una isla sobre el río Chinchipe, “...30 ó 40 cabezas reunidas de hombres, mujeres y niños de la tribu de los Jívaros...” (Humboldt [1802] 2002, 99). Este grupo tenía su aldea en el río Marañón, en Tutumberos, “...frente al Pongo de Cacangores, por debajo del pueblo de Puyaya.” (Humboldt [1802] 1991, 38-39). Puyaya se localizaba al Nor-Este de Tomependa y era habitada por otro grupo nativo. La localización de la aldea de los Jívaros frente a una catarata se explica por ser un lugar sagrado para los Jívaros, allí descansa el Ajútam, el ser antiguo o el espíritu de los ancestros que otorga el poder (Inoach 2002, 51-54, 55). Humboldt describe la localización de la aldea proporcionada por el gobernador de Jaén: “La gran soledad del lugar, rodeado de cataratas, separado del mundo...” (Humboldt [1802] 1991, 38). Así mismo, indica que la aldea tenía 2 o 3 años de antiguedad (ibid.). Este grupo contactado por Humboldt sería el que se estaba expandiendo hacia Cajamarca (Jaén) buscando buenas tierras de alturas y hachas de metal, y que se mezclaría con otros pueblos provenientes de Chota y luego retornaría a la actual Bagua Chica (Guaguachicacu, “topa con ramas” en Aguaruna) y después se dirigiría a Chachapoyas (Humboldt [1802] 1991, 38-39; Inoach 2002, 63-64).

Figura 5. La ruta de Humboldt en 1802 en la cuenca del río Marañón. Fuente del mapa de fondo: Google Earth, 2005.
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La fortaleza física caracterizó a los Bracamoros en sus enfrentamientos con Incas y españoles, y también a los Jívaros del siglo XIX. Humboldt destaca que los Jívaros eran perezosos para el trabajo, entendido en términos occidentales, y proclives a lo ajeno, pero destaca su gran fortaleza física pues eran capaces de correr, nadar y remar grandes distancias. Los Jívaros habrían podido llevar con seguridad el correo siguiendo el curso de los ríos (Humboldt [1802] 1991, 35, 39-40), tal como lo hacían otros nativos, aspecto que ha sido inmortalizado en la lámina XXXI de Vues des Cordillères:

El correo que lleva las cartas de Trujillo al gobernador desciende todo el Chamaya y el Marañón desde Ingatambo a Tomependa, ligando su guayaco o su pequeno calzón con las cartas en forma de turbante alrededor de la cabeza. (Humboldt [1802] 1991, 39).

En la descripción de la Sierra de Cajamarca, contenida en sus Cuadros de la Naturaleza, también Humboldt describe al “correo nadador” como un indio joven, pero sin identificar su filiación étnica, quien, a veces acompañado de un amigo, recorría en dos días la ruta entre Pomabamba y Tomependa, bajando por el río Chamaya, luego por Pucará, Cavico y Chamaya (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 99), ver Figura 5.

La eficiencia del correo era tal que, Humboldt, estando ya en París luego de recorrer México, recibió una carta desde Tomependa (ibid.). Un mapa de 1795 muestra las rutas del correo real y los caminos en la Sierra de Piura e información relevante acerca de los pueblos localizados a lo largo de la ruta de Jaén a Piura a través de Huancabamba, también los límites entre las audiencias de Lima y Quito (Figura 6). Sin embargo, este mapa no muestra la ruta entre Ayavaca y Huancabamba, seguida por Humboldt en 1802 ni la ruta entre la costa piurana y Ayavaca (cf. Humboldt [1802] 1991).

Figura 6. Las rutas del correo en 1795 entre Jaén y Piura. Rutas indicadas en líneas amarillas y rojas, postas en círculos y los límites entre las audiencias de Lima y Quito en línea azul. Fuente: Jueces, Subdelegados, Directores Generales, 1795. British Library: ADD.MS.17671.g.
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Asimismo, Humboldt valora la gran alegría y vivacidad de los Jívaros, comparando la nobleza del buen salvaje con la situación servil de los nativos reducidos en las misiones: “¡Como el hombre salvaje y libre es diferente al de las misiones, esclavo de la opinión y la opresión sacerdotal!” (Humboldt [1802] 1991, 39). Un aspecto de la nobleza de los Jívaros es el ocio, que utilizaban para recrearse y reposar durante 2 o 3 meses antes de las ocasionales agotadoras faenas (remar, nadar y correr grandes distancias), despreocupándose de conseguir el abundante alimento que estaba disponible (op. cit. p.39-40). Es el reposo del guerrero antes de la ardua jornada. La fascinación de los viajeros europeos con los grupos nativos, en especial con los jefes, que registraron en América también cautivo a Humboldt.

Humboldt resalta en una carta a su hermano Wilhelm que “…También me he ocupado mucho del estudio de las lenguas americanas...” (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 205). Humboldt destaca especialmente la gran habilidad de los Jívaros, en comparación a los otros pueblos amazónicos que conoció, de pronunciar con fluidez las cortas frases y palabras en otras lenguas (Humboldt [1802] 1991, 41). Pero los Jívaros no solo querían aprender sino también enseñar su propia lengua:

Tienen la misma energía al enseñar su lengua. Cuando se comienza a pedirles por signos palabras para formar el vocabulario, ellos os tormentan para continuar. Hablan su propia lengua con una rapidez asombrosa. Tienen un canto muy monótono, mezclado de gritos... (Humboldt [1802] 1991, 40-41).

La localización de los grupos humanos prehispánicos que habitaron la región en la cual la Cordillera de los Andes presenta la altura más baja en todo su recorrido, fue uno de los factores que ocasionaron que dichos grupos sean multilingües y culturalmente de frontera (Hocquenghem 1989; Taylor y Landazuri 1994), pues dicha característica geográfica produjo una gran movilidad entre las sociedades situadas a ambos lados de la Cordillera de los Andes. Incluso se plantea que uno de los dialectos Jívaros habría sido utilizado como lengua franca “...desde la montaña amazónica hasta las tierras calientes de los valles costeños...” (Hocquenghem 1998, 143), por ello no extraña que los habitantes de la costa de Piura hayan provenido de la Sierra y que sus lenguas sean diferentes al resto de la Costa Norte (ibid.). En 1916, Julio C. Tello, quien integraba la Harvard Peruvian Expedition, realizó investigaciones etnográficas y lingüísticas acerca de los Aguarunas en Perico, Tutemberos y Bellavista (Daggett 1992, 16, nota 27). Tello (1918, 17) entrevistó en Septiembre de 1916 a Lorenza Yajamanco en Perico, quien residia allí durante diez años, acerca de las cabezas reducidas de los Aguarunas, y posiblemente fue ella su informante para elaboración de su vocabulario Aguaruna (Tello 1916). En el presente se clasifica a los Jívaros en cuatro grupos: Shuar, Huambisa, Achuar y Aguaruna (Myers 2005, 137-138). De ellos, son los Huambisa, los que en el siglo XX utilizaban la cerámica corrugada (ibid.)

El poco gusto de los Jívaros por el vino, aguardiente, chicha o bebidas fermentadas fue observado también por Humboldt ([1802] 1991, 41). Este es un aspecto intrigante que no ha sido reportado por otro explorador. Al contrario, la relación entre la bebida y la violencia es un aspecto resaltado por etnógrafos en la Sierra Norte. Probablemente este rechazo a las bebidas fermentadas se debió a que el consumo de bebidas embriagantes y alucinógenas (e.g. ayahuasca, tabaco, toé), entre los Jívaros está reservada a rituales para contactarse con el Ajútam, el ser antiguo o el espíritu de los ancestros que otorga el poder (Inoach 2002, 51-54).

Humboldt observó la división del trabajo entre los Jívaros, mujeres dedicadas casi exclusivamente a las actividades de la cocina mientras que los hombres hilaban y tejían en algodón “...los ponchos marrones que ellos llevan...” en ceremonias ante extranjeros (Humboldt [1802] 1991, 41). Scott, en 1890, también observaría en la cuenca de río Tabaconas y en Jaén la dedicación de las mujeres a la cocina y los niños (Scott 1894). Esta actividad de los hombres dedicados al hilado y el tejido, diferente a otros grupos amazónicos, tiene su explicación en un mito que narra la competencia entre el Mono Blanco (el hombre) y el Sol (un Hombre-Sol denominado Etsá), este último, al perder, sentencia al hombre: “El hombre que no sepa tejer no ha de ponerle vestido alguno a su mujer” (Inoach 2002, 53). Así mismo, la denominación de Aguaruna usada para denominar a los Jívaros provendría de aguag (tejedor) y runa (hombre), es decir hombre tejedor (ibid.)

4. Humboldt y los Incas

Figura 7. La casa del Inca en Callo o Mulahalo. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Lámina XXIV de Vues des Cordillères, 1810.
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Figura 8. La casa del Inca en Cañar, Ingapirca. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Lámina XX de Vues des Cordillères, 1810
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A partir de los fríos páramos de Pasto, Humboldt y sus compañeros empezaron a observar los impresionantes vestigios del Imperio Inca, especialmente el camino y los asentamientos, estos últimos (conocidos como tambos, casas o palacios del Inca) se encontraban a lo largo del Camino Inca, el cual Humboldt siguió en gran parte. En Ecuador observaron, describieron e ilustraron los siguientes asentamientos: Callo o aposentos de Mulahalo (ver Figura 7), la Casa del Inca Huayna Capac, Paredones del Inca, Cañar (ver Figuras 8, 9 y 10), Latacunga, entre otros descritos e ilustrados en Cuadros de la Naturaleza y Vues de Cordillères (Núñez y Petersen 1971, 35-36, 167-169). Cristian Campos, joven arquitecto peruano, ha reconstruido con acuarelas algunos de estos sitios a partir de los dibujos y descripciones de Humboldt con la finalidad de incluirlas en una nueva versión la obra Vues des Cordillères, en donde la representación gráfica en un solo estilo y el texto de Humboldt se complementen en una obra que exprese el arte en su totalidad, el cual es uno de los objetivos del simposio que nos convoca.

Humboldt, acompañado de Aime Bonpland y Carlos Montúfar, ingresa a Perú por la Sierra de Piura el 1º de Agosto de 1802, cruzando el río Calvas que divide políticamente a Perú y Ecuador. Recorrió las provincias de Ayavaca y Huancabamba hasta el 14 de Agosto. Durante estas dos semanas realizó importantes observaciones geográficas, botánicas, astronómicas y arqueológicas. Durante su estadía en la Sierra de Piura registraron sitios Inca de diferentes características: Socchabamba, Aypate, Chulucanas, Guamaní, Xicate, Huancabamba y Mulamachay entre Chulucanas y Huancabamba identifican nueve sitios. Pero algunos de ellos, como Yanta y Mandor, no se han conservado hasta el presente, constituyendo la información que Humboldt escribió en su diario de campo el único registro existente. Dejemos que sea el propio Humboldt quien nos transmita sus impresiones acerca de algunos de estos asentamientos, en especial los contenidos en sus Vues de Cordillères, y del camino Inca. La localización y descripción de otros centros Inca que Humboldt no pudo visitar, tal como Aypate (Figura 11), le fue trasmitida por los indígenas: “...ruinas de un palacio y de todo un pueblo peruano...” (Humboldt [1802] 1991, 37).

Figura 10. La casa del Inca en Cañar, Ingapirca. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Lámina XVII de Vues des Cordillères, 1810.
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Figura 9. La casa del Inca en Cañar, Ingapirca. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Lámina XVII de Vues des Cordillères, 1810.
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Humboldt describe, en su diario de campo, el camino Inca que apreciaron en 1802 en la Sierra de Piura:

El camino de los Incas, tal como se lo puede apreciar todavía casi sin interrupción desde Chulucanas [Caxas] por Guamaní [Huancacarpa]... a más de dos y media toesas de ancho [más de cinco metros] esta bien alineado sin conocer ningún obstáculo elevándose de 800 a 1710 toesas [1600 a 3420 m.s.n.m.], horadando las rocas para no contornearlas, y dando otros cursos a los ríos cuando ellos molestaban la construcción. En el río Chulucanas o Cachiyacu se ve claramente fundamentos de casas y de restos del camino, prueba cierta de que el río no serpenteaba entonces como hoy día. El camino está elevado por encima del nivel del llano y sus bordes son bellas piedras de talla cuadrada. (Humboldt [1802] 1991, 20).

A partir del diario de campo, Humboldt reflexiona, en sus Vues des Cordillères, acerca del camino Inca en la Sierra de Piura:

...El gran camino del Inca, una de las obras más útiles y gigantescas de cuantas ha ejecutado el hombre, esta todavía bien conservado entre Chulucanas, Huamaní y Sachica... (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 197).

Figura 11. Aypate. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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Figura 12. Caxas. Dibujo Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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De todos los asentamientos Inca que Humboldt registró, uno destaca en relación a los demás, Humboldt lo denomina "los baños", "los baños del Inca" o "los palacios del valle de Chulucanas", se refiere a Caxas (ver Figura 12), al que describe en su diario de campo:

Los baños del Inca, situados en medio del valle de Chulucanas a ambos lados del río, son algo de lo más bello. Son las más grandes ruinas de todas las que hemos visto. Ocupan más de 200 a 300 toesas [400 a 600 m.] de diámetro, no solamente a lo largo del valle, sino que suben sobre las colinas vecinas. (Humboldt [1802] 1991, 20-21)

Uno de los acompañantes en el viaje de Humboldt, Carlos Montúfar, reporta también en su diario que:

Figura 13. Plano parcial de Chulucanas. Fuente: Humboldt 1810, Lámina LXII.
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...el día 7 [de agosto] dormimos en el paramo de Chulucanas, y el 8 fuimos al pueblo de Guancabamba, atrabesando por siete caserías del Ynga que están en el camino la primera que es la mejor esta en el paramo mesmo y la llaman los baños de Ynga, tiene más de quatro quadras [ca. 400 m.] de ancho y otras tantas de largo, todos los edificios son de piedra, un pequeño río atrabiesa por enmedio de las caserías... (Montufar [1802] 1889, 15).

En sus Vues de Cordillères, Humboldt describe un sector de Chulucanas o Caxas e incluso un plano elaborado por Bonpland es presentado en la Lámina LXII de su obra (ver Figura 13):

Las ruinas del antiguo pueblo de Chulucanas son muy importantes a causa de la extrema regularidad de las calles y del alineamiento de los edificios...El pueblo de Chulucanas estuvo, al parecer, sobre la pendiente de una colina, al borde de un pequeño río, separado de este por un muro con aberturas correspondientes a las dos calles principales. Las casas construidas de pórfido estaban distribuidas en ocho manzanas formadas por las calles que se cortan en ángulo recto... (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 197-198).

Figura 14. Huancacarpa. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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Figura 15. Huancacarpa. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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Humboldt, tras subir por el camino que conduce de Caxas a lo alto de la Cordillera de los Andes llegó a Huancacarpa (ver Figuras 14 y 15), escribió en su diario:

... las [habitaciones o palacios] del Páramo de Guamaní [tienen] 1710 toesas de altura [3420 m.s.n.m.]...El edificio en la cima del Guamaní (de hermoso pórfido como todo lo precedente) es muy espacioso y tiene todavía más de 4 pies [1.3 mts.]. A pesar del frío que hace en Guamaní (tuvimos 7 1/2°R [9.4°C]) la posición de ese palacio es muy bella, pintoresca. Se encuentra en la cima de los Andes y se goza allí de una vista inmensa sobre los llanos de Piura y Lambayeque, bordeados por el horizonte del mar pacífico... (Humboldt [1802] 1991, 19, 24-25).

Humboldt describe el Tambo de Jicate (Figuras 16 y 17), situado entre Caxas y Huancabamba:

Pero cerca de Huancabamba y San Felipe como haciendo una entrada por el río Chinchipe y no pudiendo seguir la alta cordillera, las ruinas están en un país cálido, como las de Xicate, a 900 toesas [1800 m.s.n.m.]...pero el mejor conservado de todos es el edificio de Xicate saliendo de la Angostura de Guamaní, en un valle profundo. El tiene todavía más de 12 pies [4 m.] de alto, se ve allí las divisiones de los departamentos, las ventanas, los nichos... (Humboldt [1802] 1991, 19-24).

Figura 16. Jicate, vista general. Dibujo Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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Figura 17. Jicate, vista interna. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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También Humboldt registra los restos de la Huancabamba Inca:

En el mismo gran pueblo de Huancabamba se ve los restos de un palacio de los Incas que debe haber sido de los más espaciosos, pues no hay casas indias o españolas en el pueblo y en los alrededores no se descubre piedras talladas que se haya sacado de ese palacio. La iglesia situada sobre una colina recortada y rodeada de una muralla, si contiene esas piedras. Los indios habían construído un palacio en Huancabamba durante la ausencia de los Incas. (Humboldt [1802] 1991, 24).

Al Suroeste de Huancabamba, Humboldt registra la tradición oral acerca de la construcción del centro Inca de Mitupampa (Figura 18), atribuida al temor que el Inca pasara por allí y no encontrase albergue nuevamente:

...El príncipe vino y los guías que conducían su litera se equivocaron de camino, y lo llevaron entre dos grandes rocas, más allá de las cuales no podía pasar. El Inca se vio forzado a pasar la noche bajo el Machay, que no es sino un peñasco. Esta situación lo puso de tan mal humor que hizo colgar a los guías en el mismo lugar – prueba de que los príncipes peruanos no eran siempre tan dulces como se acostumbra a pintarlos -. Ya sea para hacer memorable a la posteridad esta noche incómoda, ya sea por temor de que el soberano pudiera pasar un día nuevamente por Mulamachay, se construyó allí una bella casa, cuyas murallas se ven todavía y a la que se denomina Horca o Justicia de los Incas. (op. cit. p.42).

Figura 18. Mitupampa. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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Luego de cruzar el río Huancabamba veintisiete veces, donde "Los Incas tenían allí un camino magnífico sin pasar el Río, adosado a la roca…" (op. cit. p.27), la expedición de Humboldt se dirigió hacia San Felipe por el camino de la cordillera, descendiendo hacia Pomahuaca, donde registró un peculiar camino pre-Inca:

…Terrible descenso de Pomahuaca en cerca de 800 toesas. En lo alto se encuentra la boca de una galería trabajada por los Indios antes de la Conquista con los vestigios de un camino de 8-10 toesas...¿Servía para alguna ceremonia religiosa donde todo el pueblo iba en procesión y esta ceremonia se hacía en la mina, bajo tierra...El obraje sería por tanto de los Puruguayos antes de la conquista de los Incas?… (op. cit. p.33-34).

Además de los sitios descritos en la Sierra Norte de Perú, también Humboldt registró probables sitios Inca en Jaén (ver Figura 5), luego de pasar por Pomahuaca, el páramo de Yamoca, San Felipe, Pucará, Matara y Cavico:

Entre Amaju y Chamaya hay ruinas de una casa que se parece, por la distribución de los apartamentos, a las de los Incas...Desde la boca del Río Chotano a Chamaya no hay ruinas, sino mas bien entre Chamaya y Amuju. (Humboldt [1802] 1991, 44)

A partir de esta evidencia, Humboldt cuestiona que la región de Jaén en tiempos de los Incas fuese gobernada por señores locales, los Incas habrían penetrado hasta Jaén instalando un centro Inca, “...hasta en las márgenes del Amazonas...” (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 197), introduciendo el Quechua (antes que los jesuitas lo hicieran), y probablemente construido una red de caminos o seguido la ruta fluvial (Humboldt [1802] 1991, 44). La instalación de un centro Inca en Jaén se explicaría por tres razones. La primera es que la actual Bagua Chica (Guaguachicac en Aguaruna), situada próxima a Jaén, fue un centro de concentración Jívaro para enfrentarse a Incas y españoles (Inoach 2002, 63-64). La segunda es que la ruta del río Chinchipe, rumbo a Loja, fue seguida por los Incas en su conquista del Sur del Ecuador. La tercera es que la ruta del río Utcubamba fue seguida por los Incas para sus conquistas de la región Chachapoyas. Así, por razones estratégicas los Incas instalaron un centro Inca entre Amaju y Chamaya durante sus guerras contra los Bracamoros, construyendo además fortalezas y caminos (Cieza de León [1551] 1985, 190; Cabello Balboa [1586] 1951, 438-440).

La expedición regresó por Tomependa rumbo a Cajamarca, pasando por Chamaya, Cavico, Matara y luego continuaron el ascenso hacia Cajamarca por el valle del Chotano, y registraron asentamientos Incas a su paso:

En Huambos ruinas de un gran palacio de los Incas que hacía allí de larga residencia antes de descender a los valles. El Camino de los incas sigue por Cajamarca. En el Tambillo, un poco al norte de Montán, otras ruinas de un palacio. (Humboldt [1802] 1991, 45).

Al llegar a la gran planicie donde se encuentra la ciudad de Cajamarca, Humboldt reflexiona acerca de su pasado esplendor:

¿Cuántos pueblos habrá habido en esta llanura en tiempo de los Incas?…La ciudad es más grande que Cuenca y mucho mejor construida…todo anuncia que los conquistadores pensaban conservar la antigua gloria de Cajamarca como residencia de Atahualpa… (Humboldt [1802] 1991, 52).

Figura 19. Cajamarca Inca. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Hart-Terré 1985.
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Humboldt describe algunos espacios y edificaciones Inca en Cajamarca (Figura 19), tales como la plaza, los baños del Inca, el Cuarto del Rescate:

...La plaza es inmensa y adornada de un lindo surtidor de agua. Es de esta plaza que se distingue al noroeste el humo de los baños cálidos que se eleva en gruesas columnas y que da a la llanura un aire volcánico...El Inca tenía un palacio en los baños de Paltamarca, allí donde sale la fuente; hemos reconocido los fundamentos y la fuente, que se denomina el Tragadero, parece una cuenca artificialmente redondeada....En Cajamarca existen todavía débiles restos del palacio de Atahualpa, que hemos examinado con cuidado. Este palacio ocupaba, por lo que se ve por los fundamentos, todo el Cabildo y la prisión pública. La parte que se ha conservado mejor está frente al convento de San Francisco (entre éste y el convento de Belén). Se ve allí los restos de una escalera tallada en la roca viva, una fuente con canales...El palacio estaba colocado sobre una roca de pórfido tallado de manera que la roca viva forma una galería alrededor del palacio. Lo poco que ha quedado del palacio prueba que ha sido construído con dimensiones bien diferentes de aquellas que tienen las casas de campo del Cañar, de Chulucanas... (op. cit. p.53-54).

En Cajamarca, Humboldt registró varios relatos acerca de los Incas y sus riquezas ocultas, y conversó con el joven Astorpilco, cuya pobre familia era propietaria de los restos del palacio de Atahualpa, y se conmovió con su tragedia:

...Que sensación produce el aspecto de estos pobres Indios, viviendo en las ruinas de la grandeza de sus antecesores...Yo admiré esta moderación india y mis ojos se llenaron de lágrimas... (Humboldt [1802] 1991, 56-57).

Luego de describir, comparar y analizar los asentamientos Inca en la sierra del Ecuador y la sierra norte de Perú, Humboldt define la esencia de la Arquitectura Inca:

Sencillez, simetría y solidez; he allí los tres rasgos característicos que distinguen de una manera ventajosa a todos los edificios peruanos (Vues des Cordillères...1810).

Esta es la más breve pero exacta definición de la Arquitectura Inca que se haya planteado hasta la actualidad, destacando la perfección técnica de las edificaciones Inca antes que su elegancia y apreciándose la predilección de Humboldt por la Arquitectura Neoclásica (Hampe 1999). En sus Vues des Cordillères, Humboldt concluye:

No nos cansaremos de repetir que la arquitectura americana no puede sorprender ni por la grandeza y tamaño de las masas ni por la elegancia de las masas, pero sí es interesante porque ayuda a esclarecer la historia de la primera cultura intelectual de los pueblos serranos del Nuevo Continente. (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 197).

Humboldt registra, compara y establece diferencias entre los "palacios de los Inca". La presencia de nueve asentamientos Inca entre Chulucanas (Caxas) y Huancabamba, provoca la siguiente reflexión en él:

Este gran número de edificios en una tan pequeña distancia prueba bastante que el nombre de Palacio de los Incas es bastante vago. ¿Es posible que este soberano haya llevado el lujo hasta este punto? Las más grandes construcciones, como las de los baños [Caxas], de Guamaní [Huancacarpa] y de Huancabamba serán solamente palacios de los Incas, rodeados de otras casas en forma de aldeas o ciudadelas; las otras construcciones dispersas, como la 1ra, 3ra, 6 - 8va. eran, según yo creo, habitaciones de grandes señores peruanos que gobernaron estas provincias. (Humboldt [1802] 1991, 20)

En otros párrafos de su diario menciona otro criterio para establecer una tipología de asentamientos, la ubicación altitudinal, éste y el expresado en el párrafo anterior, aglomeración de edificaciones, son los criterios que le permiten plantear la siguiente tipología para la Sierra de Piura:

  • Palacios de los Incas rodeados de aldeas o ciudades (eg. Caxas, Huancabamba).

  • Palacios, habitaciones dispersas de gobernantes (eg. Tambo de Jicate).

  • Fortalezas (Huancacarpa).

Estas generalizaciones que Humboldt plantea están sustentadas en la observación in situ y además en la comparación con otros asentamientos ubicados al norte o al sur de la Sierra de Piura y con aquellos del Viejo Mundo. Así, cuando describe las "casas" que integran el acllawasi de Caxas (Chulucanas), prefiere utilizar el término habitaciones, a semejanza de las de Herculano (Humboldt 1968, 251). También cuando describe las terrazas cercanas al Templo del Sol de Caxas, las compara con el palacio de Sanssouci (Humboldt [1802] 1991, 21).

Figura 20. Ushnu de Caxas. Dibujo: Cristian Campos. Basado en Astuhuamán 2008.
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El aporte de Humboldt no se limita a la descripción de asentamientos, que ya de por sí es un gran aporte pues muchos de ellos no se han conservado hasta la actualidad y su registro es el único que tenemos, sino que intenta establecer la función que tuvieron dichas edificaciones. Así luego de describir el ushnu de Caxas (Figura 20), reflexiona: "Para una fortaleza es bastante pequeña, sobre todo en el interior. ¿Era un adoratorio?" (Humboldt [1802] 1991, 23). De este modo se aproxima a la función que el estado actual de conocimientos le asigna a dicha edificación (Hyslop 1990).

Humboldt destaca también la homogeneidad de los asentamientos Inca:

Al examinar atentamente cualquier edificio del tiempo de los incas, se observa el mismo tipo en todos los otros que se hallan en las alturas de los Andes sobre una extensión de 7,000 Kms., desde mil a cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar. Se podría decir que un solo arquitecto ha construído tan gran número de monumentos. (Humboldt, citado en Núñez y Peterson 1971, 169).

Así, luego de describir Xicate (Tambo de Jicate) refiere que "...La construcción es tan uniforme en las casas que uno se repite describiéndolas" (Humboldt [1802] 1991, 24).

El proceso de expansión de los Incas desde el Cuzco hacia el Ecuador también es planteado por Humboldt, quien propone lo siguiente:

Dad una lista de las ruinas de los palacios de los Incas con su elevación en toesas [1 toesa = 2 m.] y formad una carta geográfica de su posición, lo que dará muchas luces sobre la marcha de la conquista de los Incas (Humboldt [1802] 1991, 19-20).

Luego de registrar las evidencias Inca en el Sur del Ecuador y el Norte del Perú, Humboldt sugiere la ruta del proceso de expansión de los Incas:

El Inga no vino sino descendiendo del Cuzco para la conquista de Quito, siguiendo la ruta de Cajamarca a Huambos, en el valle del Río Chotano siguió este río hasta su embocadura en el Chamaya, de allí remontó por Pomahuaca a Zaulaca, Huancabamba, Chulucanas, al Cerro al este de Olleros, de Loja al Azuay. Esta ruta está trazada todavía por las ruinas del camino y de los palacios del Inca (Humboldt [1802] 1991, 44).

Humboldt también reflexiona acerca de la cronología de los caminos prehispánicos, al comparar un camino delimitado con bordes de rocas en Pomahuaca y los caminos Inca, establece que es “...muy diferente de todos los caminos de los Incas...¿Servía para alguna ceremonia religiosa...” (Humboldt [1802] 1991, 33). Respecto a los edificios de los Inca, en sus Vues des Cordilléres plantea que:

...existían desde hace muchos siglos en la gran ruta que conducía del Cusco a Cajamarca...[y que] se remonten más atrás del siglo XIII de nuestra era... (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 194, 197).

A continuación, analizaremos la vigencia de los planteamientos de Humboldt acerca de los Inca a la luz de las investigaciones arqueológicas realizadas en el Norte del Perú.

5. Los Incas en el Norte del Perú

Figura 22. Caxas, vista lateral del sector dibujado por Bonpland en 1802. Foto: Expedición de Bleyleben (1970).
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Figura 21. Croquis del mismo sector de Caxas dibujado por Bonpland en 1802. Fuente: Tello 1916.
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Respecto a los estudios arqueológicos acerca de los Incas en la Sierra de Piura y regiones vecinas, después de Humboldt las investigaciones continuaron con Julio C. Tello en 1916, quien recorrió parte de la ruta explorada por Humboldt. Tello también registró el sitio de Caxas o Chulucanas, y elaboró croquis y dibujos de los sectores que habían atraído la atención de Humboldt, destaca el croquis del sector que Bonpland dibujó en 1802 (Figura 21)

Luego de Tello, Bleyleben realizó en 1970 una exploración entre Huancabamba y Caxas, y registró fotográficamente varios sectores de Caxas, entre ellos el sector que había capturado la atención de Humboldt en 1802 (Figura 22). El registro es valioso debido a que en 1989 se empezó la gradual destrucción de Caxas por parte de los pobladores locales y solo nos quedan fotos de algunos sectores.

Los estudios de Polia fueron desarrollados entre 1971 y 1993 (Polia 1972, 1973, 1995; Polia et al. 1993), principalmente en dos centros provinciales (Aypate y Mitupampa). Sin embargo, a pesar de las numerosas excavaciones y reconocimientos realizados, ha dejado sin resolver problemas relacionados a la interpretación, cronología y función de los sitios registrados, asumiendo la veracidad de los relatos contenidos en las crónicas al reconstruir la presencia Inca en la región.

Por nuestra parte, analizamos comparativamente las características de las provincias Incas y las evidencias arquitectónicas de sus principales centros (Aypate, Caxas, Huancabamba y Mitupampa) y otros asentamientos, para entender la aparente variabilidad de la presencia Inca y la función de las edificaciones; sostuvimos que se utilizaron similares estrategias en la anexión de las sociedades de la región y en su consolidación como provincias del Imperio (Astuhuamán 1998, 1999, 2000, 2005a, 2005b, 2006, 2008). El registro de la red vial Inca y de los asentamientos asociados ha sido recientemente una prioridad en las investigaciones en la Sierra de Piura (cf. Espinosa 2002; Astuhuamán et al. 2003; Instituto Nacional de Cultura 2003, 2004, 2006; Astuhuamán 2008).

Figura 23. Plano de la parte central de Caxas, el sector dibujado por Bonpland en 1802 es señalado con la flecha roja. Fuente: Astuhuamán 2008.
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A fines de 1994, realizamos un reconocimiento en Caxas y un plano parcial fue elaborado (Astuhuamán 1998), el cual fue ampliado durante la ejecución del Proyecto Qhapaq Ñan el 2003 (Astuhuamán et al. 2003), y también el 2004 (Astuhuamán 2008). De este plano mostramos el sector descrito por Humboldt y dibujado por Bonpland en 1802 (Figura 23). Hemos planteado que Caxas fue un centro provincial Inca que estuvo habitado por instituciones Inca que residían en las edificaciones de Caxas, una de estas instituciones estuvo conformada exclusivamente por mujeres (acllas, “escogidas” en Quechua) quienes habitaban en el acllawasi o casa de las escogidas (ver Figura 24 y Figura 25), dedicándose a la elaboración de textiles, preparación de chicha y comida, al culto a las deidades del imperio (Astuhuamán 2000, 2008). Las acllas y el acllawasi fueron descritas por los soldados españoles, que en 1532 incursionaron en Caxas, y este fue el sector descrito por Humboldt en 1802.

Figura 25. Reconstrucción isométrica del acllawasi de Caxas. Dibujo: Patricia Ramírez. Basado en Astuhuamán 2008.
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Figura 24. Plano del acllawasi de Caxas. Fuente: Astuhuamán 2008.
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Sugiero que las provincias Inca de la Sierra de Piura, de la cual los caminos y centros Inca forman parte, fueron organizadas a lo largo de un proceso gradual, el cual puede entenderse mejor si utilizamos una perspectiva histórica. A pesar de que aún no es posible proporcionar una clara cronología de la secuencia de ocupación Inca en la Región Piura, se han identificado por lo menos dos fases de ocupación Inca, a través de la excavación y el análisis arquitectónico, y éstas habrían estado relacionadas a las distintas fases de conquista y consolidación: una primera fase de incursión militar seguida por una organización más estructurada y el fortalecimiento de la alianza con los curacas locales. Si bien se reconoce que es necesario más trabajo de campo arqueológico para contrastar y mejorar esta cronología provisional, ésta ha servido para aclarar como el proceso de formación, la cantidad y función de las provincias, y sus centros provinciales, fueron cambiando gradualmente durante el período del control Inca de la Sierra de Piura.

A partir de los datos disponibles en la Sierra de Piura, sugiero que la red de asentamientos y caminos Inca formó la base administrativa durante las dos fases de la organización provincial durante los siglos XV y XVI, y que la existencia de un gran centro administrativo-ceremonial en cada provincia es un supuesto necesario para el análisis espacial y arqueológico, sin embargo, esto necesita ser refinado a través de un análisis comparativo de la cantidad, tamaño y organización espacial de los rasgos arquitectónicos de cada centro con el fin de evaluar sus características específicas. La red de asentamientos está conformada por los sitios construidos por los Incas: centros provinciales, sitios militares, palacios, depósitos, adoratorios, cementerios y otros. Todos estos sitios fueron vinculados por los caminos Inca. Así, la red fue conformada por sitios (nodos) y caminos (líneas). La red de asentamientos y caminos Inca en el Norte del Perú se ilustra en la Figura 26.

Clave:
círculo negro lleno: centro Inca;
círculo negro medio lleno: ciudad moderna sobre centro Inca.

Caminos:
Amarillo: Costa
Rojo: Sierra
Verde: Amazonia
Rosado: Transversales

Figura 26. La red de caminos y centros Inca en el Norte del Perú y el Sur del Ecuador. Fuentes: Tello 1942; Uhle 1969; Hyslop 1984; Fresco 1983; Hocquenghem 1998; Caillavet 2000; Espinosa 2002; Odaira 2002-2005; Astuhuamán et al. 2003; Astuhuamán 2006, 2008; INC 2006.
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La siguiente lista proporciona los códigos de los centros Inca usados en la Figura 26, los centros en negrita son los sitios registrados por Humboldt en 1802.

Guineal                    1

Pohechos                2

Intersección            3

Intersección            4

Aypate                    5

Calvas                    6

Intersección             7

Caxas                    8

Intersección             9

Piura La Vieja          10

Intersección             11

Intersección             12

Huancabamba        13

Intersección             14

Mitupampa             15

Huarmaca                16

Intersección             17

Huambos                18

Cerro La Virgen        19

Apurlec                    20

Jotoro                      21

La Viña                    22

Tambo Real             23

Tambo de Posope    24

Intersección             25

Farfan                      26

Chiquitoy Viejo         27

Chan Chan             28

Huamachuco           29

Cajamarca             30

Intersección             31

Intersección             32

Cochabamba           33

Intersección             34

Borde                      35

Borde                      36

Intersección             37

Intersección             38

Intersección             39

Gonzanama             40

Chapamarca            41

Tumbes                   42

Zaruma                    43

Changacaro             44

Las Piedras             45

Saraguro                  46

Intersección             47

Intersección             48

Borde                      49

Intersección             50

Borde                      51

Tomebamba             52

Ingapirca                53

Borde                      54

Borde                      55

Borde                      56

Borde                      57

El Ministro               58

Intersección             59

Un análisis comparativo de los centros Inca sugiere que el control Inca inicial de la Sierra de Piura, y la organización temprana de las provincias durante el gobierno de Topa Inca Yupanqui, fue a través de mezcla de presencia militar y estrategias religiosas a lo largo de la región de Huancabamba (por ejemplo, se han registrado tres momentos de ocupación en la plataforma ushnu de Mitupampa) y alrededor de Caxas. En esta primera etapa, Mitupampa fue un centro provincial en la región de Huancabamba y estuvo conformado por un conjunto de edificios Inca (por ejemplo, un ushnu de una plataforma, una kallanka pequeña y una plaza rectangular), sin embargo, Mitupampa por estar construido sobre un centro religioso pre-Inca fue ante todo un sitio ritual durante esta primera etapa.

Figura 27. Tipología de asentamientos Inca en la Sierra de Piura durante la segunda etapa de organización provincial. Fuente: Astuhuamán 2008.
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La actividad económica (e.g. extracción y procesamiento de recursos) y la re-organización socio-política (e.g. asignación de nuevos roles a los centros provinciales) de la región caracterizaron principalmente a la segunda etapa de la reorganización provincial (ver Figura 27), la cual estuvo relacionada con el gobierno de Huayna Qhapaq, quien pacificó la Sierra de Piura y transformó esta región en su base para dirigir las campañas militares contra los Bracamoros hacia el Este, la actual costa ecuatoriana hacia el Nor-oeste y la sierra ecuatoriana hacia el Norte.

En esta segunda etapa, se (re)construyeron tres grandes centros Inca (Caxas, Huancabamba y Aypate) y algunos edificios en el antiguo centro de Mitupampa fueron reconstruidos (por ejemplo, la plataforma ushnu, ver Polia et al. 1993) de acuerdo a los nuevos cánones de arquitectura Inca promovidos por Huayna Qhapaq (Kendall 1985; Niles 1993, 1999), tales como las kallankas de grandes dimensiones que se han registrado en Caxas, Huancacarpa y Aypate (Polia 1972, 1973, 1995), en constraste a las de menores dimensiones, como la de Mitupampa, que pudieron ser construidas antes de Huayna Qhapaq (Astuhuamán 1998, 2008). Diferentes funciones fueron designadas a estos centros, las que se expresan en sus edificios estatales, de conformidad con las nuevas políticas expansionistas y estrategias Inca. Esto pudo implicar la disminución de la jurisdicción del temprano centro Inca de Mitupampa, debido a la importancia y extensión que alcanzó Huancabamba, situada a solo cuatro horas de caminata de Mitupampa, y el cambio de sus funciones iniciales. Mientras el principal esfuerzo en la región fue puesto en la construcción de cuatro centros Inca, cifra mucho menor en otras regiones del mismo tamaño, la ampliación y mantenimiento de la red de caminos fue también clave para obtener un mayor control sobre los recursos para el nuevo Inca y su panaqa, y la creación de nuevas alianzas con los señores locales.

En relación con la segunda etapa de ocupación Inca en la Sierra de Piura, sugiero dos propuestas que ofrecen perspectivas ligeramente diferentes sobre cómo distintos enfoques de la organización estatal podrían cada uno dar lugar a restos materiales similares. En la primera, cada provincia tuvo un único centro provincial y el tamaño de su jurisdicción administrativa estuvo relacionado con el tamaño de su centro. De este modo, las jurisdicciones de Huancabamba, Caxas, Aypate y Mitupampa eran diferentes en tamaño, pero el carácter de sus jurisdicciones administrativas fue similar. En esta primera propuesta, dos centros (Huancabamba y Mitupampa) no se encontraban ubicados en el centro de su jurisdicción, sino hacia los bordes. En la segunda propuesta, los centros Inca formaron parte de sistemas paralelos en los cuales las jurisdicciones administrativas y religiosas estaban sobrepuestas pero separadas. Así pues, mientras Huancabamba y Caxas estaban concentrados más en aspectos económicos, sociales y administrativos, Aypate y Mitupampa estaban relacionados con aspectos religiosos y eran principalmente sitios de culto a pesar que pudieron conservar algunos aspectos administrativos comunes a cada centro Inca expresado en sus edificaciones estatales (e.g. ushnu, kallanka, plaza).

La presencia de grandes palacios y ushnus pudo ser un indicador de la preponderancia administrativa de algunos centros Inca, mientras que la presencia de templos indicaría su rol religioso. Respecto a los templos Inca en la Sierra de Piura, definidos por plataformas escalonadas sobrepuestas, éstos son de menor tamaño en Aypate y Mitupampa, lo cual puede ser interpretado como que dichos templos trataron de no competir con los cultos locales existentes en esos centros. Desde Aypate y Mitupampa se habrían controlado las wakas locales y estatales, sus sirvientes y tierras. En contraste, el templo del Sol de Caxas es de grandes dimensiones, lo cual sugiere que el culto al Sol fue desarrollado plenamente allí, al igual que en Huancabamba.

En la actualidad, el registro arqueológico de la Sierra de Piura no permite elegir cuál de estas dos propuestas interpretativas es la más viable. Sin embargo, siguiendo los modelos de Pachacamac e Isla del Sol, sugiero que una mejor comprensión de las relaciones entre las instituciones religiosas Inca, representadas por edificios (e.g. acllawasi, Templo del Sol, ushnu), y los cultos pre-Inca es la clave para identificar dónde los centros religiosos Inca (diferentes a los centros administrativos) fueron construidos.

En conclusión, los planteamientos de Humboldt acerca de la Arquitectura Inca, la tipología de asentamientos, la secuencia constructiva de la red de centros y caminos han sido evaluados mediante las recientes investigaciones arqueológicas y nos permiten plantear la vigencia de sus ideas y considerarlo como el fundador de la Arqueología científica en América.

6. La Ruta de Humboldt

Humboldt en 1802, siguiendo parte del camino Inca, pasó por Loja, Ayavaca, Huancabamba hacia Cajamarca. Además de Caxas, Humboldt describió también Tambo de Jicate, Huancacarpa, Huancabamba, Mitupampa, Huambos, entre otros sitios Inca comprendidos entre la actual frontera peruano-ecuatoriana y Cajamarca. En 1802, Humboldt escribió en sus Vues des Cordilléres “...El gran camino del Inca...está todavía bien conservado entre Chulucanas, Huamani y Sachica...” (Humboldt, citado en Núñez y Petersen 2002, 197). Luego de más de dos siglos el camino Inca en el Norte del Perú todavía está bien conservado.

Después de Humboldt, otros viajeros y exploradores recorrieron la ruta que el siguió: Raimondi en 1868, Scott en 1890, Brünning en 1890, Tello en 1916, von Hagen en 1954 y Bleyleben en 1970. Luego de revisar sus relatos de viaje por la Sierra de Piura, es posible percatarse que tres son los principales problemas que tienen continuidad a lo largo del tiempo: la carencia de carreteras pavimentadas y con mantenimiento continuo que recorran la región debido al difícil terreno y los frecuentes desastres naturales; la falta de medios de transporte de carga (caballos o mulas) debido a la desconfianza de los pobladores locales y al uso de los animales en otras actividades; los problemas de seguridad derivados de los bajos niveles de presencia estatal institucionalizada. Paradójicamente la carencia de carreteras y el aislamiento de la región es lo que ha permitido, en comparación a regiones vecinas, la buena conservación de los sitios y el camino Inca en la Sierra de Piura.

En el siglo XXI, la realización del Proyecto Qhapaq Ñan (2002-2009) orientado a la nominación de la red vial Inca como Patrimonio Cultural de la Humanidad ha movilizado a los países andinos recorridos por el Camino Inca a su registro sistemático y a plantear medidas de conservación para su revaloración, involucrando en este proceso a entidades estatales (nacionales, regionales y locales), a las comunidades nativas y a instituciones privadas. Es por ello que en algunos tramos de la red vial en el Norte del Perú se realizan actualmente proyectos que involucran a diversas instituciones, uno de éstos se realiza entre la frontera peruano-ecuatoriana y Aypate y es dirigido por la Universidad de Piura y SNV, otro es el “Proyecto Gestión integral y uso sostenible del tramo de la Gran Ruta Inca: Huancabamba – Caxas y sus áreas de influencia (Piura)” dirigido por The Mountain Institute, y otro proyecto se realizó al Norte de Cajamarca. Estos proyectos abordan tramos de la ruta que Humboldt recorrió en 1802, y vistos en conjunto podrían conformar “La Ruta de Humboldt”, que por su buen estado de conservación, las investigaciones realizadas y la voluntad política existente podría convertirse un importante destino turístico en el futuro, que se integre a los circuitos turísticos ya existentes en el Norte del Perú, y que constituya una alternativa de desarrollo para las poblaciones locales opuestas a las actividades extractivas de recursos que contaminan el medio ambiente.

Dos siglos después los habitantes del Norte del Perú aún caminan por la ruta que Humboldt siguió, esperando que sea preservada y visitada por las futuras generaciones. La revaloración de los sitios Inca y tramos de camino que él observó en 1802 permitiría la creación de la Ruta de Humboldt y que podamos contemplarlos unos siglos más.

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[1] “...La sierra de Caxas y Ayabaca era el territorio de la confederación de los guayacundos de la filiación jívara” (Hocquenghem 1989, 156).

[2] “...A.M. Hocquenghem (1989) propone incluir, dentro del conjunto Palta, al grupo conocido bajo el nombre de “Caxas”...Los Caxas habrían formado parte, con los Calvas, de la etnia Guayacunda, emparentada con los Paltas. Esta interpretación no tiene, hasta el momento, ninguna corroboración en el marco de los vestigios arqueológicos. Como ya lo hemos señalado, los rasgos diagnósticos de la tradición cerámica Palta no han aparecido en ninguna parte del territorio ubicado al Oeste de Sozoranga (región de Macara/Zapotillo, cuenca media del Catamayo/Chira) y al Sur del río Calvas (cuenca del rio Quiroz y sierra piurana)...Los rasgos “Palta” tampoco aparecen en la cuenca alta del río Huancabamba. Los estudios realizados por M. Polia (1997), en la misma zona de Ayabaca, no indicaron la existencia de ningún elemento comparable con la cerámica encontrada del otro lado de la frontera, en la región de Cariamanga...” (Guffroy 2004, 148).

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